En ocasión de la celebración de este Día Nacional del Periodista, es oportuno reflexionar acerca de los grandes retos que enfrenta esta profesión, en un contexto en que se ve amenazada la existencia de los tradicionales medios impresos. Esto me traslada a una conversación que sostuve, hace unos años, con un veterano de la profesión quien me había manifestado que no fue a una escuela de periodismo, porque durante su juventud no existían centros de enseñanza superior en ese campo, y en otro escenario varios estudiantes que conocí me expresaban que habían estado estudiando porque querían entrevistar a un famoso actor de la televisión nacional. Estos jóvenes no entendían que el diálogo era solo una fracción del conocimiento integral que debería tener un periodista.
Más allá de «comprender la comunicación» -para usar una frase de Antonio Pasquali- es una obligación navegar en la investigación, analizar, escribir y divulgar información. El relato de sucesos noticiosos envuelve un compromiso ético y responsable. Y si me preguntan por qué hay que estudiar periodismo, respondería que esa búsqueda de conocimientos debe estar acompañada de valores interdisciplinarios, para poder registrar acontecimientos que beneficien a los ciudadanos que comparten espacios determinados.
Ambas, la tecnología y la revolución digital, nos han tomado de sorpresa, y por qué no decirlo, no fuimos preparados para comprender lo que ha ocurrido, porque las escuelas de formación profesional no adecuaron sus planes de estudios a los nuevos cambios, sin embargo, el periodismo ha conservado su esencia de recoger, elaborar y difundir acontecimientos. El volumen de noticias ha aumentado, el Internet del siglo XXI ha contribuido a acelerar la velocidad de transmisión de hechos noticiosos. A finales del siglo XVII, el diario impreso fue el principal medio de difusión masiva, luego aparecieron el cine, la radio, la televisión y las páginas web, con sus redes sociales y otras plataformas digitales que han cambiado las formas de producción y consumo de contenidos.
Fuimos excépticos cuando se veían venir esas transformaciones que se llevaron, de paso, a los medios tradicionales masivos. Como nos tomaron de sorpresa, éramos incapaces de entender, a tiempo, este complejo proceso de la industria de la comunicación del siglo XXI, con algunas escuelas que no adecuaron sus planes de estudios y, en vez de fortalecerse, lo que hicieron fue repetir más de lo mismo sin exigir una rigurosa preparación para que esos egresados se convirtieran en verdaderos agentes de cambios. La debilidad del gremio y la reforma a la ley de ejercicio aún son tareas pendientes por realizar que, algún día, habrá que asumir para beneficiar a la clase periodística nacional.
Lic. Luis De Los Santos
Periodista
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