Heddel Cordero
Antes, cuando los políticos construían su discurso de campaña en base a adjetivos nobles e inspirados en sus atributos personales, la competencia era por el que mostrara mayores y mejores prendas morales.
Lo que menos importaba entonces era la objetividad y la credibilidad de las propuestas.
Los discursos eran más éticos que racionales. La sensibilidad del votante se intentaba mover con los valores morales de los candidatos. Nos parece que esos tiempos han sido superados por la racionalidad de un discurso apoyado en propuestas.
Las elecciones municipales de febrero han servido de plataforma para que muchos aspirantes se explayen en programas que por lo menos en términos teóricos están muy aterrizados sirviendo promesas alineadas con las necesidades de la comunidad.
La oratoria es útil. Igualmente el carisma y la empatía con la gente. Pero estas prendas deben estar acompañadas de planes inteligentes que le den sentido al proyecto. Nada de eufemismos. Es época de objetividad y racionalidad.
Hablamos de promesas con sentido. Promesas que visualicen soluciones posibles en los asuntos fundamentales de la comunidad.
Nos parece que los votantes esperan que los candidatos les den razones y argumentos que justifiquen su decisión final de elección.
La opinión Tiempos de promesas se publicó primero en El Poder Banilejo.
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