Una nueva ola de políticos no tradicionales en América Latina, como Nayib Bukele en El Salvador, Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, entre otros, han alcanzado el poder irrumpiendo en una nueva forma de hacer política.

Ese fenómeno político interesante, que en Estados Unidos se le llama: el auge de los outsiders (forasteros), son aquellos políticos quienes, estando fuera de los cuadros partidistas y de la vida pública activa en su país, participan por primera vez como candidatos en un proceso electoral. Más bien son individuos que vienen de fuera del sistema de partidos y de la sociedad política, con un prestigio ganado en otra actividad, diferente de la política”.

El político protagónico de esta tendencia en ALC, en el momento, es Nayib Bukele, quien derrotó a los partidos tradicionales de El Salvador. Otros ejemplos de esta tendencia son Xiomara Castro, en Honduras y Gabriel Boric, en Chile, quienes se perfilaron con un discurso populista, fustigando en cada salida pública a “los corruptos”.

Otro de los factores que ha impulsado esta volatilidad política es la falta de confianza en las instituciones públicas.

En Rep. Dominicana, el Dr. Tomás Castro Monegro, un prominente abogado, intelectual y ex decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de una universidad privada, auspiciado por la nueva organización política Acción Patriótica (APA), es -a juicio de este grupo que lo está aupando aquí y en la diáspora- la persona que puede encanar esa “sangre nueva” que ansía la gente, por su audacia, valentía y  la disposición que ha mostrado de acabar con la impunidad y el desorden en este país.

Según informaciones, parece ser que el auge que está tomando esta eventual candidatura del Dr. Tomás Castro, está empezando a crear cierto pánico en algunos políticos tradicionales, que aparentemente no ven con buenos ojos que las firmas encuestadoras lo incluyan en los sondeos de opinión que empiezan a florecer con miras al 2024.

Para concluir, solo les diré que según datos recientes de la CEPAL tres de cuatro ciudadanos en América Latina han manifestado decepción y poca o ninguna confianza en sus gobiernos y los partidos de pasados gobiernos

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